A ver, pongamos algo en claro: si me hago un pique hasta las sierras para ver la nieve, ni en pedo me pongo atrás de un colectivo en la ruta.
Descarto, por cierto, cualquier vehículo particular; los particulares no tienen onda.
De más está decir que ni chupado viajaría mirándole el culo a un motociclista. No. Tampoco.
Nosotros, que somos jóvenes y argentinos, que tenemos la sangre sedienta de aventuras, cuando nos echamos un pique hasta las sierras para ver la nieve, viajamos detrás de esto:
Mi mujer ríe. En el asiento del acompañante, ríe. No sé, encuentra gracioso que semejante cosa vaya delante de nosotros, apuntándonos.
—Deberíamos ahorrar para comprar uno de esos —comenta, mientras yo empiezo a preocuparme. Esto es una ruleta rusa militar. Mala cosa.
¿Estos tipos le vaciaron el cargador al pistolón ese? ¿Quién certifica que no van a meterse en un bache que haga que se les escapape un cuetazo? Imagino los destrozos de semejante cañón escupiéndonos una plomada en la cara.
Tengo en la mano una moneda de un peso para pagar el peaje. No se puede uno llevar el dinero a la tumba. Salvo que seas un faraón, pero ni así le veo la gracia.
—Cuando viene uno atrás con las luces altas… —dice ella, con la cara iluminada por la fantasía vengativa vial—. Imaginate la cara que pondría si lo apuntás con eso.
—¿Se puede salir a la ruta con semejante cañón? —digo—. No es lógico que permitan circular ese armamento, no estamos en guerra, mirá si se les escapa un tiro.
Cuando los adelantamos, uno de los muchachos de boina le guiña el ojo a mi mujer.
Ella sonríe.
Me pregunto si esta persona que tengo en el asiento del acompañante no será parte de una conspiración gubernamental. La miro. Quiero descubrir que es una agente secreta.
¿Y si realmente es una agente secreta?
Un auto que viene detrás me hace juego de luces; está desesperado por pasar, a pesar de que estamos muy cerca del peaje. ¿Adónde va con tanto apuro?
Me hago a un lado. Pasa.
Miro a mi mujer.
¿Y si realmente es una agente secreta? Podríamos conseguir un cañón de esos. Inventaríamos algo y nos lo darían. “Úsenlo con cuidado, sáquenlo a la ruta sólo si es absolutamente necesario”, pienso que nos dicen.
Le sonrío.
Me sonríe.